Metas volantes: sutileza y claridad


Elías Moro.- “Metas volantes”. Con este evocador y aliterativo título de innegable sabor ciclista, Félix Trull -mediterráneo en Sevilla-, de quien este lector ya había leído una pequeña muestra de su labor en el volumen colectivo Aforistas españoles vivos (Libros al Albur, Sevilla, 2015) y en las redes sociales da a la consideración de los lectores un nutrido y múltiple florilegio de su pensamiento aforístico. Son 475 apuntes de variada temática y extensión precedidos en la línea de salida por una nota de Hermann Hesse (“Una meta alcanzada no es una meta”) que ya da a entender que quien los escribe puede contarse en la tropa de los escépticos, de los inconformistas, de los pesimistas lúcidos.

Con una acerada ironía no exenta de humor y cierto toque poético aquí y allá, Trull expone sus reflexiones y pensamientos más secretos al albur de los demás. Y si bien no será esta una lectura complaciente -ninguna buena lectura lo es y eso es lo bueno de la misma-, me atrevo asegurar que sí lo será satisfactoria, que nada tiene de insustancial; tal y como lo ha sido -con su poquito de envidia por la sutileza y claridad mostrada en tantos y tantos de los apuntes- para quien esto firma, alguien que también se da de cuando en cuando a esta forma literaria con imprecisa y desigual fortuna.

En tan “esforzada etapa” de escritura es casi inevitable algún desfallecimiento por parte del “rodador”, alguna ligera caída de ritmo, algún tropezón inesperado. Una ligera labor de poda redundaría en beneficio de este árbol pensante. Pero esto también decirse de casi cualquier otro libro en cualquier otro género. En todo caso, que sea el lector anónimo, soberano ante sus páginas, quien juzgue.

Utilizando otro símil ciclista, “los esforzados de la ruta” -léase, esos posibles lectores- no habrán pedaleado ni esprintado en vano, ni mucho menos, por los intrincados recovecos de sus páginas hasta la meta final.


Felix Trull, Metas volantes. Libros al Albur, Sevilla, 2015. 109 páginas.


 Metas volantes



LEÓN MOLINA: LA IRRUPCIÓN DEL SILENCIO

León Molina nació en Cuba en 1959 y se trasladó a España en 1966. Actualmente su vida se reparte entre la ciudad de Albacete y la aldea de Yetas, en el municipio de Nerpio. Se define a sí mismo como "un empedernido lector de poesía y apasionado observador de la naturaleza". Entre sus libros se encuentran Señales en los puentes, El son acordado o Ruinas. Una muestra de su poesia fue recogida en la antología titulada Confitería. Recientemente ha publicado Mapa de ningún sitio, su primer libro de aforismos. LEER MÁS


PÉREZ ANTOLÍN: EVISCERAR LOS PECES

Presentamos una breve selección de Oscura lucidez (Baile del Sol, Tegeste, 2015), el último libro de Mario Pérez Antolín. Nacido en Backnang, (Alemania, 1964), reside en la actualidad en Ávila. Licenciado en Geografía por la Universidad de Valladolid y especialista en ordenación del territorio, planeamiento urbano y política ambiental. Es Director de la Residencia Universitaria Arturo Duperier de Ávila. Pérez Antolín es uno de los responsables del resurgir del género aforístico en España durante los últimos años. Eugenio Trías dijo de su libro Profanación del poder: "Está lleno de chispazos de inteligencia y sabiduría que acreditan el oficio del que escribe". Los fragmentos que publicamos han sido seleccionados expresamente por el autor para su inclusión en Uroboro. LEER MÁS


NEILA Y LA ESCRITURA FRAGMENTARIA

Pensamientos de intemperie constituye una excelente ocasión para constatar que el género aforístico en España está en buenas manos, y se encuentra muy lejos de ceder a los cantos de sirena de la facilidad y el ingenio barato, proporcionándonos por el contrario numerosas ocasiones para el deleite intelectual, estético y moral. No en vano, este libro no ha sido escrito en un rapto de la inspiración momentánea, sino que es una amplia y cuidadosa selección de los cuadernos que, durante años, ha ido escribiendo Neila, poseedor de un dominio de la técnica fragmentaria y profundor conocedor del género. El resultado debe calificarse de un completo acierto. LEER MÁS


ELOGIO DEL AFORISMO

Un aforismo puede ser una minúscula obra maestra. Cuando el humorista Lichtenberg apunta "Aquel hombre era tan inteligente que casi no servía para nada", hace una broma inolvidable. Al escribir el sutil Joubert "Cuando mis amigos son tuertos los miro de perfil", dice en pocas palabras algo admirable. El aforismo del cáustico Chamfort "Sé mi hermano o te mato", hace una crítica profunda a los excesos de la Revolución Francesa. Los aforismos en su brevedad demuestran la increíble fuerza de las palabras. LEER MÁS


MARZAL Y EL ECOSISTEMA DE LAS PARADOJAS

La arquitectura del aire (el primer libro de aforismos del poeta y narrador Carlos Marzal) está plagada de paradojas, al menos en apariencia. Puede que las tres cuartas partes de los aforismos contenidos en este libro sean paradójicos: retruécanos, juegos invertidos, afirmaciones que, al asomarse a su propio espejo, cambian de sentido... La técnica incluso se hace, por momentos, fatigosa, incurriendo en cierto automatismo, como el propio Marzal no puede dejar de constatar: "Si no es algo y su contrario, apenas me interesa". Claro que eso extraña muchos riesgos... LEER MÁS


BLANCHOT Y EL AFORISMO COMO ALIANZA

Según Blanchot, el aforismo obliga al lenguaje a traicionar la tiranía de la conciencia y a erigirse él mismo como objeto puro del pensamiento, como existencia autónoma de las palabras. Más aún: el aforismo conserva la fuerza esencial de la experiencia sólo porque suscita en las palabras un movimiento reflejo que, a su manera, rinde un homenaje (póstumo, eso sí) a la simultaneidad de esta experiencia. El aforismo no trata de traducir en palabras la experiencia, sino al contrario, pretende suscitar de las palabras una forma de vivencia original y, al mismo tiempo, absolutamente monstruosa: la de la catástrofe del lenguaje, el cual ha renunciado a dar cuenta del mundo y trata, a cambio, de construirlo (pieza a pieza) de nuevo. LEER MÁS


LANÚS, PORCHIA Y LA VERDAD DE LA ASTILLA

Argentino como él, Alejandro Lanús utiliza la contradicción porchiana como método de investigación de aquello que le obsesiona: “Todo me habita, excepto yo”. Esta utilización técnica de la contradicción no solo encuentra verdades inéditas en los arabescos del lenguaje, sino que dinamita lo que consideramos como lógico para hacer ver las trampas de las palabras y el coto reducido que la lógica misma tiene sobre la realidad. “Las alturas bajan, subiendo”, decía Porchia, aquel hombre extraordinario que vivía con la misma gravosa austeridad su propia existencia y su relación con las palabras. LEER MÁS


FRAGMENTO VS. AFORISMO

El aforismo o el axioma defienden la inmediatez del objeto del conocimiento ante la conciencia (aunque su naturaleza sea oscura, como en Heráclito); la del fragmento establece una dificultad apriorística en la capacidad del sujeto por aprehender el objeto. La diferencia estriba en el verbo ser. Desde el punto de vista del conocimiento, el aforismo trata con la realidad de forma directa, conformando su idea previa de que existe un contacto inmediato entre el objeto de conocimiento y el sujeto que lo aprehende; mientras que el fragmento, indirecto, incompleto y dubitativo, oscila con respecto de la posición del sujeto ante su objeto. LEER MÁS