Mario Pérez Antolín: eviscerar los peces


Presentamos una breve selección de Oscura lucidez (Baile del Sol, Tegeste, 2015), el último libro de Mario Pérez Antolín. Nacido en Backnang, (Alemania, 1964), reside en la actualidad en Ávila. Licenciado en Geografía por la Universidad de Valladolid y especialista en ordenación del territorio, planeamiento urbano y política ambiental. Es Director de la Residencia Universitaria Arturo Duperier de Ávila. Pérez Antolín es uno de los responsables del resurgir del género aforístico en España durante los últimos años. Eugenio Trías dijo de su libro Profanación del poder: "Está lleno de chispazos de inteligencia y sabiduría que acreditan el oficio del que escribe". Los fragmentos que publicamos han sido seleccionados expresamente por el autor para su inclusión en Uroboro.



Esta es la venganza estética de los menesterosos: la falta de rentas, que les impedía pagarse un retrato y que les obligaba, en ocasiones, a posar como modelos por horas, hizo que pusieran la cara de casi todos los dioses del Olimpo en los cuadros mitológicos. El aristócrata y el burgués fueron pintados como tales, pero la costurera y el mozo de cuerda fueron pintados como divinidades.

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Eviscerar los peces con una cuchilla oxidada y acumularlos en un cesto como utensilios sin valor que van perdiendo el brillo. Ni siquiera se salvan los hipocampos de la fruición que desquicia a los tenderos. Una cobertura de hielo picado conserva la apariencia ahora que el frescor ha muerto. Si me enseñan sus branquias rojas y sus ojos vítreos, giro la cabeza hasta que las súplicas arañen el termostato del frigorífico. El chorro de agua, que limpia de escamas el suelo, arrastra también mi congoja.

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Ese oficial, al que le encomendaron una misión y no fue capaz de cumplirla, se merece la más alta recompensa porque no reprimió su miedo en el instante decisivo. Y ese pianista, que podría haber obtenido un gran éxito si no le hubieran traicionado los nervios al final de la sonata, se merece el mayor de los premios por convertir en inalcanzable lo que parecía tan cercano. Ellos, con su glorioso descalabro, lograrán la aureola de los que jamás consiguieron brillar.

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Buscas el amparo de una familia que hace mucho que te dio la espalda. Intentas encontrar refugio en los bares, vaciando tu conciencia delante de borrachos que ya no sienten nada. Pruebas suerte, como último recurso, con unos amigos que escuchan lo que dices para no desairarte y por compasión. Menos mal que aún puedes contar con ella. La que no decepciona y siempre consuela. El lugar donde reposas después de tus muchas derrotas. La cama que nadie quiere compartir contigo.


 El Aforista



NEILA Y LA ESCRITURA FRAGMENTARIA

Pensamientos de intemperie constituye una excelente ocasión para constatar que el género aforístico en España está en buenas manos, y se encuentra muy lejos de ceder a los cantos de sirena de la facilidad y el ingenio barato, proporcionándonos por el contrario numerosas ocasiones para el deleite intelectual, estético y moral. No en vano, este libro no ha sido escrito en un rapto de la inspiración momentánea, sino que es una amplia y cuidadosa selección de los cuadernos que, durante años, ha ido escribiendo Neila, poseedor de un dominio de la técnica fragmentaria y profundor conocedor del género. El resultado debe calificarse de un completo acierto. LEER MÁS


RAMÓN EDER: ELOGIO DEL AFORISMO

Un aforismo puede ser una minúscula obra maestra. Cuando el humorista Lichtenberg apunta "Aquel hombre era tan inteligente que casi no servía para nada", hace una broma inolvidable. Al escribir el sutil Joubert "Cuando mis amigos son tuertos los miro de perfil", dice en pocas palabras algo admirable. El aforismo del cáustico Chamfort "Sé mi hermano o te mato", hace una crítica profunda a los excesos de la Revolución Francesa. Los aforismos en su brevedad demuestran la increíble fuerza de las palabras. LEER MÁS


MARZAL Y EL ECOSISTEMA DE LAS PARADOJAS

La arquitectura del aire (el primer libro de aforismos del poeta y narrador Carlos Marzal) está plagada de paradojas, al menos en apariencia. Puede que las tres cuartas partes de los aforismos contenidos en este libro sean paradójicos: retruécanos, juegos invertidos, afirmaciones que, al asomarse a su propio espejo, cambian de sentido... La técnica incluso se hace, por momentos, fatigosa, incurriendo en cierto automatismo, como el propio Marzal no puede dejar de constatar: "Si no es algo y su contrario, apenas me interesa". Claro que eso extraña muchos riesgos... LEER MÁS


BLANCHOT Y EL AFORISMO COMO ALIANZA

Según Blanchot, el aforismo obliga al lenguaje a traicionar la tiranía de la conciencia y a erigirse él mismo como objeto puro del pensamiento, como existencia autónoma de las palabras. Más aún: el aforismo conserva la fuerza esencial de la experiencia sólo porque suscita en las palabras un movimiento reflejo que, a su manera, rinde un homenaje (póstumo, eso sí) a la simultaneidad de esta experiencia. El aforismo no trata de traducir en palabras la experiencia, sino al contrario, pretende suscitar de las palabras una forma de vivencia original y, al mismo tiempo, absolutamente monstruosa: la de la catástrofe del lenguaje, el cual ha renunciado a dar cuenta del mundo y trata, a cambio, de construirlo (pieza a pieza) de nuevo. LEER MÁS


LANÚS, PORCHIA Y LA VERDAD DE LA ASTILLA

Argentino como él, Alejandro Lanús utiliza la contradicción porchiana como método de investigación de aquello que le obsesiona: “Todo me habita, excepto yo”. Esta utilización técnica de la contradicción no solo encuentra verdades inéditas en los arabescos del lenguaje, sino que dinamita lo que consideramos como lógico para hacer ver las trampas de las palabras y el coto reducido que la lógica misma tiene sobre la realidad. “Las alturas bajan, subiendo”, decía Porchia, aquel hombre extraordinario que vivía con la misma gravosa austeridad su propia existencia y su relación con las palabras. LEER MÁS


FRAGMENTO VS. AFORISMO

El aforismo o el axioma defienden la inmediatez del objeto del conocimiento ante la conciencia (aunque su naturaleza sea oscura, como en Heráclito); la del fragmento establece una dificultad apriorística en la capacidad del sujeto por aprehender el objeto. La diferencia estriba en el verbo ser. Desde el punto de vista del conocimiento, el aforismo trata con la realidad de forma directa, conformando su idea previa de que existe un contacto inmediato entre el objeto de conocimiento y el sujeto que lo aprehende; mientras que el fragmento, indirecto, incompleto y dubitativo, oscila con respecto de la posición del sujeto ante su objeto. LEER MÁS