Cuatro piezas de José Gimbel


De sí mismo, escribe José Gimbel: "no creo ser un tipo raro. Me callo, me desespero o me acostumbro, por ese orden, en función de unas circunstancias normalmente sobrevenidas, hasta que al final, con el corazón desgastado, opto por una rendición poco elegante y la mayoría de las veces incondicional". Licenciado en filosofía, padre de un muchacho hermoso y persona inquieta "en el peor sentido del término", lleva años desarrollando por puro gusto iniciativas como dibujante, pintor, escritor y artista conceptual. Ha publicado Elogio de las letras y acaba de ver la luz su atípico Diccionario Ideológico Personal (Entre Ascuas, Madrid, 2015), del cual ofrecemos unos fragmentos ilustrativos, con explícita autorización del autor.


amante

A bandazos es como no pocas veces anda uno por la vida. Así las cosas, no está de más que, de vez en cuando, alguien te coja por banda y te diga cuatro mentiras bien dichas. Y que, mientras te las va diciendo, te desnude. Y a veces es bueno también que, si te quedas con ganas de más mentiras, no te cortes nada y le pidas que te las vuelva a decir. Que te repita una a una, por favor, todas las mentiras. Muy despacito. Que su lengua y las mentiras lleguen a tu cuerpo con premura para recorrerlo, empero, muy despacito. A veces es muy importante que te haga sentir importante. Que no se ande con zarandajas y que te llene el buche de buenas mentiras. Mentiras gordas. Que te llenen bien. Que su boca se atiborre de sexo y tú de mentiras. Sin cintas de vídeo ni nada; sólo sexo y mentiras. Puede simplemente que el amor nos utilice para que se hable de él. O puede que el amor sea extraño y simplemente tenga esas formas extrañas de manifestarse. O puede simplemente que nos excite lo ilícito. O puede que tengamos más vicios que una garrota y simplemente estemos enfermos y nos guste acariciar y ser acariciados casi por cualquiera, en casi cualquier momento y en cualesquiera de las circunstancias. Algún día puede que suceda que simplemente nos amemos, en cuyo caso la palabra adecuada seguirá siendo la misma.

azahar 

Aunque lo pareciera, razón por la cual algún despistado pudiera llevarse a engaño, digo que no es casualidad, ni asunto fortuito, ni desgracia impensada, ni inopinada suerte. El azahar no es azar, ni surge por azar, ni tiene en común con el azar más que la lengua que las parió y cierta semejanza de signos y sonidos que utilizaron los caprichosos antiguos para mezclar ideas, cosas y palabras, y luego reírse de nosotros. Resplandeciente, blanca y pequeña, el azahar florece, por imperativo de vida, de las entrañas del limonero, del naranjo o del cidro, y aun entre claveles y alhelíes es posible reconocer su belleza peculiar y, de pura sencillez, extravagante. Tiene costa propia, desde donde contemplar con gusto la mar salada, y un agua, no menos propia, que le sirve de sedante, y una virgen que la cuida, como ella cuida de su virgen, y así, entre cuidados mutuos, las dos se mantienen blancas y limpias de polvo y paja, y bellas, muy bellas, porque la virgen no sé, porque no sé de vírgenes, pero la flor... bueno, la verdad es que tampoco sé de flores, pero la misma palabra... azahar... ¡dios mío!, no hace falta saber nada de palabras para sentir que estamos ante una de las más hermosas jamás dicha en idioma castellano.

zahorí 

Zambullía su imagen en el charco de la necesidad porque ésa era su costumbre, y será por la magia de la tildada i final –que cualquiera en su sano juicio se llevaría a una isla desierta–, o por su sonoridad, o por las líneas, los puntos y los círculos hechos en la tierra con los que descubre los recónditos tesoros, o por los péndulos u horquillas con los que saca a flote las aguas profundas y subrepticias, o porque se le llama cuando se sabe lo que quieren decir unos versos, pero no lo que dicen... en fin, no sé por qué será, el caso es que, a un servidor, como al vulgo del que formo parte, le agrada sobremanera la poderosa imagen del geomántico zahorí buscando y descubriendo lo que está oculto, a no ser, claro está, que lo cubra un paño azul.

brindis 

Yuca. Yuca con bacalao. Yuca con bacalao y risas de peluquera. Yuca con bacalao y risas de peluquera con sabor a Cabo Verde. Yuca con bacalao y risas de peluquera con sabor a cabo verde y Martini rojo. Yuca con bacalao y risas de peluquera con sabor a cabo verde, Martini rojo, y un triste brindis por el amor.


 El Aforista



EL PARÍS ABSOLUTO DE CHARLES BAUDELAIRE

El París de Baudelaire es un territorio absoluto donde todo empieza y todo acaba, un grácil y eterno bucle que dibuja el itinerario donde los extremos se tocan, el cielo y el infierno, lo sublime del ideal y el tedio del spleen. París es el alfa y el omega de la metrópolis occidental, los extremos entre los que discurre el pensamiento y la palabra, la cabeza y la cola de una continuidad inseparable que seduce a la inteligencia para impedir que la abandone, la habitación doble que comunica el aquí-y-ahora del hombre con el nunca-y-jamás del  símbolo, la capital de un continente oscuro donde todo parece posible porque nada es como parece, sino puede que todo lo contrario. LEER MÁS


THOMAS WOLFE: RETRATO DEL ESCRITOR FLUVIAL

El escritor fluvial es, a diferencia del escritor insular, un titán que se empeña en golpear los tobillos de Zeus a pesar de yacer en el suelo con los brazos destrozados. Poseído por una furia escritora que se asemeja, en ciertos momentos, a la pura escritura automática, Thomas Wolfe constata que su problema no es otro que la "falta de proporción" de su propio cometido. En efecto, al escritor le ha sido franqueado el paso a un reino indómito donde las palabras se le mostraban desnudas y todas a un tiempo; pero, de nuevo en la tierra, en el tiempo de los hombres, vuelve a ser un simple mortal, el traductor de vuelo corto de un texto ilegible que permanece en la memoria, pudriéndose al contacto del mundo, de las editoriales y los premios literarios. LEER MÁS


ENTREVISTA A NATALIA LITVINOVA

"La poesía no me pregunta cuándo ni cómo. Muchas veces es inoportuna y brota con una forma que no sé controlar y tampoco quisiera controlarla. Luego viene el trabajo exhaustivo de corrección, de pulido y tallado, como los artesanos con sus artesanías". Dueña de una voz madura y propia; creadora de atmósfera magnéticas y seductiva; bella, joven, culta, leída y vivida... Natalia Litvinova llega a España. Tras demostrar, en sus poemas y traducciones de poetas rusos, que posee lo que hay que poseer para hablar como hay que hablar, y dejarlo por escrito, publica Esteparia, el primero de sus libros que el lector español podrá adquirir. LEER MÁS


EL FUTURO DE LOS LIBROS

El libro en papel es un objeto que tú adquieres y atesoras, que comparte  contigo la cama, los días buenos y te hace menos infeliz en los malos. Es un amigo siempre a mano, lleno de notas que te recuerdan lo que pensabas hace veinte años. En cambio, es algo que habría que ir olvidando, como olvidamos los coches tirados por caballos y como también tendremos que ir olvidando el concepto de soberanía. Si por mí fuera, trataría de impedirlo; pero sería inútil. El hombre es presa de las llamadas nuevas tecnologías, que barren con todo lo concebido a escala humana. Es el mundo que viene, que ojalá no sea el de Terminator. LEER MÁS


ENTREVISTA A REYNALDO LUGO

Reynaldo Lugo, escritor cubano afincado en España, tiene su biografía ornada de peripecias: veterano de la guerra de Angola, en la que participó como oficial del ejército de su país; realizador de programas televisivos; director de revistas de temáticas diversas; periodista, bloguero, pero, sobre todo, novelista, autor de varios títulos y, sobre todo, de Palmeras de sangre, con la que obtuvo un notable éxito en España. Ha recibido recientemente un premio en la Semana Negra de Gijón y trabaja sin cesar en sus nuevos proyectos, con los que, de nuevo, espera sorprender al lector con su prosa ágil y sus tramas sólidas y bien trabadas. LEER MÁS

¿QUÉ FUE DEL PENSAMIENTO DÉBIL?
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Todo el mundo cree saber lo que quiere decir cuando acusa a alguien de débil: significa tanto como descartarlo de la circulación por pusilánime, abúlico, falto de carácter y, en definitiva, incapaz de regirse por sí mismo. Por ello, la publicación de un libro de filosofía que se llamaba a sí mismo así, débil (Il pensiero debole, Feltrinelli, 1983, traducción española en Cátedra, 1988) no dejó de causar cierto revuelo entre los círculos más inquietos del pensamiento europeo. Aún más, si cabe, al comprobar que entre los colaboradores del volumen se encontraban autores tan poco sospechosos de incapacidad como el semiólogo y novelista Umberto Eco, el historiador del pensamiento y la estética Gianni Vattimo y el especialista en lenguajes articiales y filosofía del lenguaje Diego Marconi. Pero todo tenía su explicación. LEER MÁS

LA CONDICIÓN JÁNICA DE LA MODERNIDAD 

La Modernidad no se agota en el cumplimiento del programa ilustrado de conquista del mundo por la razón, aunque bien es cierto que ésta es su inquietud más visible. Por el contrario, aquello que le es de algún modo consustancial consiste precisa­mente en la imposibilidad efectiva de su consumación (y la noción de progreso es la coartada que pospone la clausura del proceso al infinito). Imaginemos entonces que la esencia de la Modernidad consista, no en la iluminación de las causas de lo real, sino en su escisión autoproducida: que la constitución de sus objetos indujera igualmente la nulidad de sus propósitos conquistadores en forma de antagonismo indisoluble. En tal caso, la Modernidad deviene la apertura del pensamiento a la oscilación de los conceptos (todo-nada, universal-particular, racional-irracional), de manera que todo incremento de la determinación lo es también de la atracción por lo indeterminado, la constatación de un fondo impreciso que se sustrae al cálculo. LEER MÁS


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