Libros al Albur presenta la antología Aforistas españoles vivos


Según reza la nota que Libros al Albur incluye en el volumen, Aforistas españoles vivos es el resultado de la amable aportación voluntaria y cómplice de un grupo de autores que practican el género aforístico desde hace mucho tiempo (algunos, como quien dice de toda la vida). Son Ramón Eder, Fernando Megias, Jesús María Cormán, Miguel Catalán, José Luis Morante, Mario Pérez Antolín, Gemma Pellicer, Manuel Neila, Miguel Ángel Arcas, León Molina y Felix Trull.

Sin duda, no están todos los que son. Muchos escritores actuales dedican parte de su talento a escribir aforismos, entre los cuales destacamos a Carlos Marzal, Andrés Neumann, Benjamín Prado o Jorge Wagensberg.

Pero estamos en condiciones de afirmar que son todos los que están: son aforistas estos aforistas españoles vivos, porque vierten de manera continuada, tenaz, el fruto de sus intuiciones y sus reflexiones en un formato más o menos sucinto (entendiendo la brevedad cada cual a su manera), llegando a acompasar el pulso de su textualidad al parpadeo intermitente de la frase corta o, como mucho, el párrafo breve.

Con esta publicación se confirma el auge de un género que, en los últimos tiempos, está conociendo una difusión creciente, con la proliferación de autores y colecciones consagradas en exclusiva al mismo.




NEILA Y LA ESCRITURA FRAGMENTARIA

Pensamientos de intemperie constituye una excelente ocasión para constatar que el género aforístico en España está en buenas manos, y se encuentra muy lejos de ceder a los cantos de sirena de la facilidad y el ingenio barato, proporcionándonos por el contrario numerosas ocasiones para el deleite intelectual, estético y moral. No en vano, este libro no ha sido escrito en un rapto de la inspiración momentánea, sino que es una amplia y cuidadosa selección de los cuadernos que, durante años, ha ido escribiendo Neila, poseedor de un dominio de la técnica fragmentaria y profundor conocedor del género. El resultado debe calificarse de un completo acierto. LEER MÁS

ELOGIO DEL AFORISMO

Un aforismo puede ser una minúscula obra maestra. Cuando el humorista Lichtenberg apunta "Aquel hombre era tan inteligente que casi no servía para nada", hace una broma inolvidable. Al escribir el sutil Joubert "Cuando mis amigos son tuertos los miro de perfil", dice en pocas palabras algo admirable. El aforismo del cáustico Chamfort "Sé mi hermano o te mato", hace una crítica profunda a los excesos de la Revolución Francesa. Los aforismos en su brevedad demuestran la increíble fuerza de las palabras. LEER MÁS

MARZAL Y EL ECOSISTEMA DE LAS PARADOJAS

La arquitectura del aire (el primer libro de aforismos del poeta y narrador Carlos Marzal) está plagada de paradojas, al menos en apariencia. Puede que las tres cuartas partes de los aforismos contenidos en este libro sean paradójicos: retruécanos, juegos invertidos, afirmaciones que, al asomarse a su propio espejo, cambian de sentido... La técnica incluso se hace, por momentos, fatigosa, incurriendo en cierto automatismo, como el propio Marzal no puede dejar de constatar: "Si no es algo y su contrario, apenas me interesa". Claro que eso extraña muchos riesgos... LEER MÁS

BLANCHOT Y EL AFORISMO COMO ALIANZA

Según Blanchot, el aforismo obliga al lenguaje a traicionar la tiranía de la conciencia y a erigirse él mismo como objeto puro del pensamiento, como existencia autónoma de las palabras. Más aún: el aforismo conserva la fuerza esencial de la experiencia sólo porque suscita en las palabras un movimiento reflejo que, a su manera, rinde un homenaje (póstumo, eso sí) a la simultaneidad de esta experiencia. El aforismo no trata de traducir en palabras la experiencia, sino al contrario, pretende suscitar de las palabras una forma de vivencia original y, al mismo tiempo, absolutamente monstruosa: la de la catástrofe del lenguaje, el cual ha renunciado a dar cuenta del mundo y trata, a cambio, de construirlo (pieza a pieza) de nuevo. LEER MÁS

LANÚS, PORCHIA Y LA VERDAD DE LA ASTILLA

Argentino como él, Alejandro Lanús utiliza la contradicción porchiana como método de investigación de aquello que le obsesiona: “Todo me habita, excepto yo”. Esta utilización técnica de la contradicción no solo encuentra verdades inéditas en los arabescos del lenguaje, sino que dinamita lo que consideramos como lógico para hacer ver las trampas de las palabras y el coto reducido que la lógica misma tiene sobre la realidad. “Las alturas bajan, subiendo”, decía Porchia, aquel hombre extraordinario que vivía con la misma gravosa austeridad su propia existencia y su relación con las palabras. LEER MÁS

FRAGMENTO VS. AFORISMO

El aforismo o el axioma defienden la inmediatez del objeto del conocimiento ante la conciencia (aunque su naturaleza sea oscura, como en Heráclito); la del fragmento establece una dificultad apriorística en la capacidad del sujeto por aprehender el objeto. La diferencia estriba en el verbo ser. Desde el punto de vista del conocimiento, el aforismo trata con la realidad de forma directa, conformando su idea previa de que existe un contacto inmediato entre el objeto de conocimiento y el sujeto que lo aprehende; mientras que el fragmento, indirecto, incompleto y dubitativo, oscila con respecto de la posición del sujeto ante su objeto. LEER MÁS