López Mondéjar, una escritura en la trinchera de lo sensorial



Juan de Dios García.- Desde su primer libro de relatos, El pensamiento mudo de los peces, a Lazos de sangre se ha producido un salto cualitativo descomunal en la prosa de Lola López Mondéjar (Murcia, 1958), que vierte al español las técnicas aprendidas de sus referentes internacionales en el campo del relato: Chéjov, Katherine Mansfield, Alice Munro o Toni Morrison. Es un placer comprobar de qué manera adecua sus influencias como lectora perspicaz a su particular voz narrativa, cómo estudia o vive la presencia de la mujer y de lo femenino y emocional en su universo literario y psicológico.

El título de este libro apunta directamente al concepto abierto de familia, cuyo fondo creativo es prácticamente infinito. La familia, como sostiene la autora, es «ambivalente», un tejido cuyo material es el cariño y la cólera, trenzados de manera indisociable, una tela que es nuestra piel espiritual, de la cuna al ataúd.

Si atendemos a la osamenta y la musculatura del libro, estos relatos no cumplen las normas previsibles de taller con inicio que enganche y final que atropelle y nos deje boquiabiertos. No va por ahí la cosa. Salvo ese entretenido postre de textos breves de las últimas treinta páginas, ese colorista surtido de golosinas ingeniosas, la mayoría de las piezas que hallamos en “Lazos de sangre” son largas, rozando por momentos el calificativo de ‘novela corta’. Esta condición formal es propicia para que la autora consiga crear un ‘ambiente’. López Mondéjar ofrece eso, un ‘ambiente’, y no en una novela, sino en un libro de relatos, que es muchísimo más difícil de lograr.

Hemos de evaluar siempre eso cuando hablemos de una colección de cuentos. ¿Qué colecciones de cuentos realmente merecen la valoración máxima de los lectores exigentes? Colecciones como la de Tanta gente sola de Juan Bonilla, Cuentos de la selva de Horacio Quiroga o Proyectos de pasado de Ana Blandiana, por poner un ejemplo entre cientos, son los que levantan la categoría de este género y la mantienen donde debe estar, en la primera división del juego narrativo. Si seguimos el símil futbolístico, Lola López Mondéjar sería para la narrativa contemporánea española un fichaje caro, pero efectivo, una titular resolutiva que devuelve la ilusión al aficionado.

Desde el decorado sensitivo de ‘Las invitadas’ hasta el interiorismo de ‘Una desolación’, los vaivenes del pasado de ‘Vicolo d’Orfeo’, la sorpresa constante y la incomunicación nórdica de ‘El hermano gemelo’, el final a lo Cormac McCarthy de ‘El huerto’, la evolución tragicómica de ‘La herencia’, la protesta cronológica y genérica en ‘Animales de compañía’ y el desorden afectivo de todos los personajes en el homónimo ‘Lazos de sangre’, este libro es un ramillete de narraciones millonario en insinuaciones, en guiños esenciales que se cruzan entre la gente corriente en una escenografía de la cotidianeidad. Estos detalles son observados frecuentemente por la autora con un humorismo casi invisible, aunque valiente. No es nada fácil acuñar en una escena sórdida un latigazo cómico. Esta escritora es experta en parir microcosmos extrañamente tiernos, dulcemente tensos.

Llama mucho la atención que no haya apenas en Lazos de sangre metáforas lingüísticas. López Mondéjar no practica una narrativa lírica, sino que su poesía reside en las acciones realizadas por sus criaturas de ficción: contratar a una persona para que te abrace, ocupar ilegalmente la casa de una íntima amiga, dejar hecha un vegetal a una esposa por tu hiperactividad de jubilado, organizar conciertos de flauta travesera imaginarios frente a un bebé... Cuentos con un fabuloso esquema y pulso. Cuentos amenos, pero profundos, porque ella, dice, desea «transformar al lector».

López Mondéjar no es una escritora analítica. Sabe perfectamente librar a la ficción de la densidad que comporta el pensamiento, de la obstrucción que supone lo teorético en las arterias de cualquier fabulación. En Lazos de sangre, si los personajes reflexionan, lo hacen con el barniz de lo intuitivo; digamos que ejercitan la autocrítica visceral.

Estos cuentos son modernos, cosmopolitas, poblados de personajes con una agitada vida interior retratada a la manera impresionista. Azorín empleaba este método para describir paisajes exteriores, pero Lola López Mondéjar lo hace para punzarnos el alma con microdosis de descripción pasional, explorando pormenores, casi como una puntillista del sentir humano.

Harto ya de tanto relato predecible, tanta intriga pseudohistórica, tanta intención best-sellerista, uno agradece la resistencia, la apuesta por una escritura en la trinchera de lo sensorial. Lazos de sangre nos reconcilia con esa literatura humana y real. Lo que hay de magia en sus textos no nos aleja de la realidad que dibuja. No leemos sus relatos dando por hecho que esa capa de fantasía nos evade. Todo lo contrario: los cuentos de “Lazos de sangre” nos remueven, son revulsivos y, si uno quiere, purgantes.


Lola López Mondéjar, Lazos de sangre. Páginas de espuma, Madrid, 2012.





TRAPIELLO ANTE EL ESPEJO DEL TIEMPO

Si Hölderlin aseguró que "lo que dura, lo fundan los poetas", es probable que Andrés Trapiello se conformase con una versión menos ambiciosa (o presuntuosa) de esta frase, tal vez: lo que dura, lo reflejan los poetas. Ante todo, porque lo captan, lo acogen y, sólo después de cerciorarse de su carácter genuino, cierto, lo vuelcan en un papel en versos fijos, pulidos y esplendorosos. ¿El poeta como un copista? Tampoco tan poco, pero casi que así. Y de ello deja cumplida constancia el poeta leonés en su último poemario publicado hasta la fecha, Segunda oscuridad, editado por Pre-Textos tras varios años de silencio editorial, donde las visiones de la naturaleza y la percepción del paso del tiempo asaltan al escritor para que les dé cumplida respuesta. Y con sobrada solvencia poética. LEER MÁS

EL DUDOSO OFICIO DE ESCRITOR

Si el oficio de escritor ya es controvertido en sí mismo, para un joven cuyas obsesiones e inseguridades distorsionan su perspectiva de lo que le rodea, resulta aún más contradictorio. La segunda novela de Juan Soto Ivars, (Águilas, 1985) publicada por El Olivo Azul, es breve, pero intensa; intimista, pero cercana a la realidad. Siberia nos revela los pensamientos de un joven desarraigado de su espacio vital, un personaje con el que resulta casi imposible empatizar, como ocurre con los personajes de su primera novela, La conjetura de Perelmán, a pesar de que el autor lo presenta como alguien que ha superado un tumor cerebral. Jonás refleja un submundo de dudas y amargura. LEER MÁS


WHARTON Y LA BUSCA DE LO AUTÉNTICO

La obra ensayística de Edith Wharton (1862-1937) nos pone en contacto con una mujer de intereses múltiples, diseñadora, escritora de cuentos y poemas, filántropa y aristócrata, cuya inteligencia combina la profundidad en el análisis y la sencillez en la palabra, así como un gusto irreductible por la alta cultura. Nacida en el seno de una aristocracia neoyorquina, Wharton es testigo de un tiempo cambiante, y ella misma víctima de un proceso que transformará un mundo local y conservador en un globo mundial dominado por el jazz y la radio. La búsqueda de la autenticidad en la literatura es el horizonte irrebasable para todo escritor cuyo trabajo intelectual pretenda ser algo más que material de escenografía teatral. Wharton fue ese escritor auténtico y a la vez su crítico implacable. LEER MÁS


OTRA VUELTA DE TUERCA:  ROAS 
Y LA DEFINICIÓN DE LO FANTÁSTICO

Tras los límites de lo real nos invita a adentrarnos en el apasionante mundo de la literatura fantástica. Galardonado con el Premio Málaga de ensayo 2011, el libro de David Roas analiza, desde una perspectiva personal, el sentido de lo fantástico en relación a la mímesis, lo que resulta una paradoja inquietante, pero al mismo tiempo, genera una atracción hacia ese género tan impactante que da cabida a experiencias que el ser humano no es capaz de descifrar utilizando la razón. Estas experiencias son tanto más epatantes cuanto mejor insertas están en la cotidianidad. Sobre esta idea principal, el autor analiza detalladamente los rasgos que caracterizan a la literatura fantástica, desde sus orígenes hasta nuestros días. LEER MÁS