Los artistas y el hambre
Candela Vizcaíno.- Uno de los tópicos que se están instalando en nuestra sociedad contemporánea es el de que el artista, irremediablemente y por el mero hecho de serlo, tiene que pasar necesidades de todo tipo y, si me apura el sufrido lector, hasta sentir el frío en los huesos, la soledad en el alma y el hambre en el estómago. La figura del creador romántico que malvivía en una buhardilla de mala muerte a la espera del reconocimiento (casi siempre póstumo) de su brillante obra ha calado tanto en el imaginario popular que, en la actualidad, se considera (y hasta se exige) al creador una vida bohemia sin nada más que llevarse a la boca. Se supone que, por propia voluntad, los que nos dedicamos a esto de la escritura, la composición o la pintura hemos entrado en un terreno fronterizo alejado de las normas que rigen el sistema capitalista en el que todos estamos inmersos.
Así estamos llegando al extremo de que, si escribes no te está permitido que tengas un céntimo en el bolsillo y, si pides una compensación a cambio de tu trabajo (que, por otro lado, beneficia a muchos) es como si estuvieras cayendo en un pecado castigado con las peores penas del infierno. Esta idea preconcebida del artista muerto de hambre es eso, simplemente, una fabulación de nuestra sociedad contemporánea, la cual pretende alejar, sin más atajos, a todos los sectores que pudieran ser críticos con el sistema por el método radical de marginarlos de la tribu a la que por derecho pertenecen (pertenecemos).
Que Hemingway pasó media existencia escribiendo cómodamente en los cafés de París o que Goethe gustaba de los impresionantes balnearios checos o que Dostoyevski escribió El jugador en una suite del mejor hotel de Baden-Baden o que Nabokov pasó los últimos veinte años de su vida a cuerpo de rey en una estación de esquí suiza, por poner sólo unos cuantos ejemplos, tenemos que recordárselo al lector que no se dedica a esto de la creación. El cineasta Akira Kurosawa, a pesar de todos sus problemas financieros y sus agrias peleas con las productoras por asuntos económicos, escribió parte de sus guiones en cómodas suites de hoteles en Tokio. Era costumbre del director japonés encerrarse con su equipo en alguno de los exclusivos ryokan de la capital (¡durante meses!) y, con la tranquilidad que da el buen servicio y no tener otra cosa que hacer, ir construyendo y levantando los guiones. Para el director de “Los sueños”, la única película escrita única y exclusivamente por Kurosawa, el director se recluyó durante tres meses en una de estas exclusivas instalaciones, cuya paz, serenidad, servicio y restauración ayudaron a que
esta obra cumbre pudiera dar la luz y podamos hoy disfrutar con ella.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que la creación, sea del tenor que sea, necesita de una cierta “comodidad”, por decirlo en términos amables, que está totalmente reñida con ese gratis total que se le exige, de manera absurda, cruel y suicida, a los artistas actuales.
Así que, cuando te dispongas a copiar cualquier cosa, piensa que detrás de esa creación, hay alguien que ha trabajado para que esa obra que tanto te gusta llegue a tus manos. Y, como cualquier hijo de vecino, necesita un mínimo estándar de confort para poder realizar su trabajo. No podemos pedirle al artista, a quien abre puertas hacia mundos desconocidos, que mendigue unas cuantas monedas por tan sublime labor al servicio de la humanidad. Que no se te olvide esto cuando pidas tanto a cambio de nada.

Así estamos llegando al extremo de que, si escribes no te está permitido que tengas un céntimo en el bolsillo y, si pides una compensación a cambio de tu trabajo (que, por otro lado, beneficia a muchos) es como si estuvieras cayendo en un pecado castigado con las peores penas del infierno. Esta idea preconcebida del artista muerto de hambre es eso, simplemente, una fabulación de nuestra sociedad contemporánea, la cual pretende alejar, sin más atajos, a todos los sectores que pudieran ser críticos con el sistema por el método radical de marginarlos de la tribu a la que por derecho pertenecen (pertenecemos).
Que Hemingway pasó media existencia escribiendo cómodamente en los cafés de París o que Goethe gustaba de los impresionantes balnearios checos o que Dostoyevski escribió El jugador en una suite del mejor hotel de Baden-Baden o que Nabokov pasó los últimos veinte años de su vida a cuerpo de rey en una estación de esquí suiza, por poner sólo unos cuantos ejemplos, tenemos que recordárselo al lector que no se dedica a esto de la creación. El cineasta Akira Kurosawa, a pesar de todos sus problemas financieros y sus agrias peleas con las productoras por asuntos económicos, escribió parte de sus guiones en cómodas suites de hoteles en Tokio. Era costumbre del director japonés encerrarse con su equipo en alguno de los exclusivos ryokan de la capital (¡durante meses!) y, con la tranquilidad que da el buen servicio y no tener otra cosa que hacer, ir construyendo y levantando los guiones. Para el director de “Los sueños”, la única película escrita única y exclusivamente por Kurosawa, el director se recluyó durante tres meses en una de estas exclusivas instalaciones, cuya paz, serenidad, servicio y restauración ayudaron a que
esta obra cumbre pudiera dar la luz y podamos hoy disfrutar con ella.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que la creación, sea del tenor que sea, necesita de una cierta “comodidad”, por decirlo en términos amables, que está totalmente reñida con ese gratis total que se le exige, de manera absurda, cruel y suicida, a los artistas actuales.
Así que, cuando te dispongas a copiar cualquier cosa, piensa que detrás de esa creación, hay alguien que ha trabajado para que esa obra que tanto te gusta llegue a tus manos. Y, como cualquier hijo de vecino, necesita un mínimo estándar de confort para poder realizar su trabajo. No podemos pedirle al artista, a quien abre puertas hacia mundos desconocidos, que mendigue unas cuantas monedas por tan sublime labor al servicio de la humanidad. Que no se te olvide esto cuando pidas tanto a cambio de nada.
CONOCIENDO LA ARQUITECTURA DE BRASILIA

UNA ESCAPADA A NUEVA YORK

INVITACIÓN A DESCUBRIR ZADAR (CROACIA)

EL REGENT'S CANAL DE LONDRES
